Entrevista
Una entrevista con Camino Bañuelos
An interview with Camino Bañuelos
aServicio de Cardiología, Hospital Clínico San Carlos, Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clínico San Carlos (IdISSC), Madrid, España bServicio de Cardiología, Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, A Coruña, España
Camino Bañuelos (Puebla de Alcocer, Badajoz, 1947) forma parte de la generación de médicas pioneras que transformaron la cardiología intervencionista en España. Su vocación nació en la adolescencia, inspirada por los relatos de su padre, sanitario durante la Guerra Civil. Tras superar barreras académicas y sociales en una época en la que pocas mujeres estudiaban Medicina, inició su carrera en la sierra madrileña, donde dejó un gran recuerdo por su cercanía y entrega. Pronto se adentró en el emergente campo de la cardiología intervencionista en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, donde se convirtió en referente en cateterismos, valvuloplastias y docencia para generaciones de especialistas.
En primer lugar, denos alguna pincelada de su biografía.
Nací en Extremadura en 1947, en el seno de una familia de funcionarios. Fui la pequeña de 3 hermanos. Mi vida parecía destinada a un camino distinto, pero una reválida suspendida me abrió la puerta a la que acabaría siendo mi verdadera vocación: la medicina. Cuando tenía 14 años, mis padres me ofrecieron trabajar en un banco en Toledo, siempre y cuando aprobara la reválida. La suspendí y al recuperarla, pude seguir estudiando. Ese «fracaso» acabó marcando mi futuro.
¿Por qué decidió estudiar Medicina?
Mi inspiración vino de casa: mi padre, que había trabajado como enfermero durante la Guerra Civil, me transmitió la pasión por la medicina a través de las historias que me contaba de aquella época. Así nació en mí la ilusión de convertirme en médica, en un tiempo en el que eran pocas las mujeres que se atrevían a dar ese paso.
Una estudiante contra corriente… ¿Tuvo dificultades por ese motivo?
En mi clase, en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, apenas menos del 10% éramos mujeres, y la discriminación era palpable. Recuerdo un día que un profesor nos dijo: «Señoritas, ¿qué hacen ustedes aquí y no en su casa esperando un buen novio?». El aula entera permaneció en silencio y la sesión continuó como si nada hubiera pasado. Mi época universitaria estuvo marcada también por las revueltas estudiantiles, que llegaron a provocar el cierre de la facultad durante un año. ¡Para poder reabrir, hubo que pedir perdón al Gobierno!
Comenzó su carrera en la medicina rural. ¿Cómo fueron sus primeros pasos como médica?
Tras licenciarme, comencé a ejercer en varios pueblos de la sierra de Madrid —Cabanillas, Venturada, Valdemanco y Redueña—. Allí no había centro de salud, por lo que pasaba consulta en el ayuntamiento. Mi labor se centró en las campañas de vacunación y en la prevención de la fiebre reumática. Para ello, teníamos que diagnosticar de forma temprana las anginas infantiles y tratarlas con penicilina. ¡Todavía hay vecinos que se acuerdan de aquello! Cuando paseo por Cabanillas, algunos hombres les dicen a sus hijos: «Esa doctora me perseguía con una inyección cuando era pequeño».
Y de la atención primaria, al intervencionismo. ¿Cómo se orientó hacia la cardiología?
Al mismo tiempo que trabajaba en la sierra de Madrid, comencé mi formación en cardiología de la mano de dos referentes: Pedro Zarco y Luis Martínez Elbal. Con ellos aprendí a realizar cateterismos diagnósticos, coronariografías y ventriculogramas mediante acceso femoral y disección quirúrgica humeral, técnicas que en los años ochenta eran esenciales para derivar a los pacientes a cirugía. Me adentré también en el incipiente campo de la ecocardiografía, por entonces en modo M. En la unidad de hemodinámica también coincidí con Ester de Marco Guilarte, otra cardióloga pionera que, tras participar en cateterismos diagnósticos, orientó su carrera hacia la cardiología pediátrica.
En 1982 me incorporé al Servicio de Exploración Cardiopulmonar del Hospital Clínico San Carlos, donde pasaba consulta y hacía cateterismos y ecocardiogramas, y por las tardes trabajaba en un ambulatorio de Torrejón de Ardoz. En aquella época las cosas no funcionaban como ahora; recuerdo que en alguna ocasión tuve que trasladar en mi propio coche a pacientes con arritmias hasta Madrid para ingresarlos.
Vivió de cerca la llegada de grandes avances en la cardiología intervencionista, ¿cómo lo recuerda?
La llegada al Clínico de Carlos Macaya en 1985 supuso una revolución: con él desembarcaron la angioplastia coronaria con balón y, pocos años más tarde, el stent. Y en 1989 aprendimos los dos la técnica de valvuloplastia mitral de la mano del propio Masami Inoue, que fue quien la desarrolló. Gracias a esta experiencia, pude transmitir el procedimiento a colegas como Rosana Hernández Antolín y a especialistas de distintos hospitales de España. Esa labor docente me llevó a viajar a otros países del mundo; recuerdo con especial cariño mi estancia en Cuba, donde hice una valvuloplastia a una paciente embarazada, y también la de Rumanía.
A finales de la década de los ochenta, también junto con Carlos Macaya, aprendí bajo la dirección de Alain Cribier la técnica de dilatación con balón de la estenosis aórtica grave, un procedimiento que pronto se abandonó por su limitada eficacia, pero que marcó un hito en la historia de la cardiología.
Tras una alerta en la Unidad de Hemodinámica del Hospital Clínico San Carlos, en 2008. Camino Bañuelos (segunda por la izquierda) con Tamara Gorgadze (fellow), Vera Rodríguez (enfermera) y María José Morales (enfermera).
En los años 1990, el Clínico se convirtió en un referente en la formación de profesionales internacionales. Usted destacó entonces no solo como cardióloga, sino también como docente, transmitiendo su experiencia a nuevas generaciones año tras año. ¿Cómo recuerda aquella etapa?
En aquellos años, con la consolidación del stent, al Hospital Clínico acudían médicos de toda Latinoamérica para formarse en técnicas de intervencionismo. Siempre he creído que formar bien a los médicos jóvenes es una responsabilidad fundamental: cuanto mejor los preparemos hoy, mejor cuidarán de nosotros cuando envejezcamos. Aún guardo el recuerdo de aquellas largas jornadas de cateterismos y angioplastias complejas por las tardes con los fellows, que se prolongaban hasta altas horas, mientras el personal de enfermería, agotado, bromeaba con cerrar el laboratorio.
¿Se encontró con obstáculos por el hecho de ser mujer?
Sinceramente, nunca sentí trabas significativas por parte de mis colegas por ser mujer. Lo que sí percibía, sobre todo en los primeros años, era cierta incredulidad en los pacientes, que me llamaban «señorita» o me tuteaban sin imaginar que yo era la doctora.
Camino Bañuelos, en el homenaje que le rindieron sus compañeros en la 16 Reunión Anual de la Asociación de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista de la Sociedad Española de Cardiología (ACI-SEC), celebrada en Santiago de Compostela en junio de 2025. Con ella, de izquierda a derecha, Ana Belén Cid Álvarez, Pilar Jiménez Quevedo y Nieves Gonzalo.
¿Quiere dejar algún mensaje para las nuevas generaciones?
Les diría que la medicina exige esfuerzo y compromiso, pero devuelve mucho más de lo que das. No tengáis miedo de equivocaros ni de luchar por vuestro lugar; cada paso que deis hoy abrirá la puerta a quienes vengan después.
FINANCIACIÓN
Sin financiación.
DECLARACIÓN SOBRE EL USO DE INTELIGENCIA ARTIFICIAL
No se ha utilizado.
CONFLICTO DE INTERESES
Ninguno.
SOBRE LAS AUTORAS
Pilar Jiménez-Quevedo es cardióloga intervencionista en el Hospital Clínico San Carlos. Ana Belén Cid Álvarez es cardióloga intervencionista en el Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela y presidenta de la Asociación de Cardiología Intervencionista de la Sociedad Española de Cardiología (ACI-SEC). La ACI-SEC rindió un homenaje en su 36 Reunión Anual a Camino Bañuelos en agradecimiento por su legado, el de una mujer que supo abrirse paso en un terreno donde pocas, en esa época, lo lograban, y que contribuyó a transformar la cardiología en España.
